Hoy fui testigo de cómo una madre llevo sus hijos a presenciar un escandalo que le hacia a su expareja para que regresara con ella, a lo que el se negaba rotundamente y le manifestaba que ya no la quería. El tampoco era el padre de esos niños.
Que una persona exponga sus hijos a semejante bochorno es uno de los actos mas horribles que he visto, ella ni siquiera notaba que en los rostros de esos niños se reflejaba mucho miedo y terror.
No podía entender como una madre joven pero madura no media las consecuencias de sus actos, pero al investigar supe que para ella ese comportamiento era completamente normal porque su madre hacía esas mismas cosas con ella. Estaba acostumbrada a buscar parejas para que la sostuvieran económicamente y mientas estaban con ella obligaba a los hijos a decirles “Tío” o “Papi” para crear un vínculo entre ellos y que ese hombre sintiera una responsabilidad económica. Tuvo mucha suerte de que no se había encontrado con un depredador sexual que les hiciera daño.
Los niños tenían que presenciar muchas agresiones verbales y hasta físicas entre ellos, la niña de 5 años estaba muy asustada, pero el niño de 13 años ya estaba acostumbrado y creía que eso era normal y así funcionaban las familias.
Cada vez que leemos o escuchamos casos de violaciones, violencia de género, feminicidios, robos, maltratos a niños o envejecientes, nos alarmamos y preguntamos que es lo que pasa en el mundo y que pasa por la mente de una persona que actúa de esta manera.
La mayoría de las veces son conductas aprendidas en el seno del hogar que se vuelven peores cuando la persona crece y pierde el temor a las consecuencias, entienden que esos comportamientos son normales y esa agresividad es aceptable. Lo que es peor es que esas mismas conductas les enseñan a sus hijos y el circulo de ese mal va creciendo con el tiempo y por eso vemos los aumentos de casos al pasar los años.
El corregir estos problemas solo puede llevarse a cabo con el esfuerzo individual de cada uno, orientaciones en las escuelas, centros comunitarios, publicidad activa y permanente en medios de comunicación y redes sociales. Los padres deben tener una responsabilidad por la salud mental de sus hijos y aquellos que no están capacitados deben recibir la orientación necesaria para lograrlo.
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